El año 2020 lo recordaremos por la llegada de la pandemia del Covid-19, lo que cambió nuestra forma de vivir, de expresarnos, de acercarnos a los otros. En medio de a zozobra en la que vivimos, de nuestras actividades diarias, el trabajar desde la casa, cuidarse del virus y el estrés de una crisis social nunca antes vista en nuestro país, reflexionar sobre aquello que es común en nuestra vida y que parece obvio resulta muy importante. Es a partir de las reflexiones de lo básico lo que permite a un masón aprendiz poder construirse poco a poco en el conocimiento de la ciencia masónica y en la construcción cómo un mejor ser humano y mejor ciudadano. En la Francmasonería, que es la ciencia o filosofía de la moralidad, las alegorías y los símbolos juegan un papel fundamental. Así, en esta plancha reflexionaré sobre el número tres y su importancia en nuestro ritual masón así cómo en mi vida personal.
Históricamente, el número tres ha sido considerado el número de la perfección, de la armonía y de la sabiduría. La importancia del número tres se evidencia en distintos momentos y lugares de nuestra historia. En Egipto se rendía culto a tres dioses: Osiris, Isis y Horus. Para el filósofo griego Pitágoras el número tres era la base de todas las operaciones y como tal era la cifra de virtud y admiración. Así, por ejemplo, la aritmética de Pitágoras se fundamentaba en tres operaciones directas: suma, multiplicación y elevación a la potencia; de igual forma los años de estudios requerido a sus aprendices eran tres. En el caso de las religiones, los hindúes veneran a Brahma, Vishnu y Shiva. Los cristianos veneran a la trinidad; también se veneran a los tres reyes magos que acompañaron a Jesús en su nacimiento. El arca de Noé tenía tres pisos y se arrojaban tres palomas cada tres horas. Los caballeros templarios tenían tres preguntas de iniciación, tres eran las penitencias para obtener el pan, el agua y la sal y tenían tres votos de obediencia Isaac Newton desarrollo la teoría de los tres colores primarios: amarillo, azul y rojo.
Esta apropiación simbólica en la religión y la filosofía es el resultado directo de que el número tres esta representado en diversas demostraciones físicas y espaciales. En el caso de la luna, aunque hoy en día se han identificado nueve fases lunares, desde la antigüedad siempre se consideró que la luna tenía tres fases: creciente, menguante y luna llena. La relación del ser humano con el tiempo y el espacio se representa en un pasado, presente y un futuro. El Universo tiene tres referentes: materia, movimiento y espacio. Desde una perspectiva numérica la sumatoria de uno más dos da tres, ningún otro número tiene esta característica. De igual forma, el número uno representa la masculinidad, la feminidad y el tres representa la fusión de estos dos (tesis + antítesis = síntesis).
En el caso de nuestra orden, el número tres irradia nuestra simbología, nuestra filosofía y nuestro ritual masónico. El número tres representa los tres pilares de los templos masónicos que refieren a la naturaleza, la razón y la sabiduría; también se representa en los tres grados de nuestra orden. Los principios fundamentales de nuestra orden son tres: libertad, igualdad y fraternidad. Cómo masones nos reconocemos con tres elementos: signos, palabras y toques.
En nuestro ritual masónico, el número tres también se encuentra representado en distintos momentos. En el ritual de apertura, se le pregunta al Hermano Vigilante ¿A que horas abren sus trabajos los aprendices masones? Y la Respuesta es al Medio Día. Las doce es un múltiplo del tres. A la pregunta ¿qué edad tenéis en el grado de Aprendiz? La respuesta es tres años. En el ritual de iniciación la consagración se hace con tres golpes con la espada: una en la cabeza, una sobre el hombro izquierdo y después sobre el hombro derecho. De igual forma se dan tres pasos de occidente a oriente (de las tinieblas hacía la luz) en forma de escuadra, que nos recuerdan los tres viajes de iniciación que corresponde al viaje del aire, agua y fuego que representan el renacimiento, la purificación y la luz.
Para concluir, aunque aún no tengo los elementos suficientes para llegar a una conclusión final de qué es el número tres para mi, si puedo compartir las siguientes reflexiones. En estos momentos de incertidumbre, de ceguera política y de un clamor popular es importante regresar a las bases y reflexionar sobre lo obvio y lo común. Personalmente, la reflexión sobre el número tres me permitió evidenciar lo poco que, cómo ser humano y hermano aprendiz, sé sobre la historia, la naturaleza y sobre nuestros rituales y costumbres como masones. Este es un aspecto importante porque me lleva a resaltar la importancia de la humildad cómo una virtud principal para la enseñanza y el aprendizaje. De igual forma, me lleva a reflexionar que esa humildad me permitirá construirme cada día cómo un mejor ser humano y un mejor masón, para aportar tanto a mi país como a la hermandad de la orden mixta internacional del derecho humano.
Probablemente como humanidad necesitamos mayor reflexión y más humildad!!!
Es mi palabra
Enrique Prieto-Rios