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LOS TRES SILENCIOS

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LOS TRES SILENCIOS

 

Dentro de la gran cantidad de símbolos que identifican al aprendiz masón, encuentro en el número tres y en el silencio dos elementos interesantes que me han llevado a reflexionar y sin duda a contribuir con algunos golpes de martillo y toques del cincel en el proceso de pulir mi propia piedra.

El Tres

En los símbolos propios del primer grado está el Tres, este número lo encontramos representado en gran cantidad de elementos que componen el ritual masónico, es así como en principio se observa que la base fundamental de la masonería se cimienta en que tres maestros forman una logia, que cinco (3 y 2) la gobiernan y que siete (3 y 4) la hacen justa y perfecta, son Tres los grados que se reconocen en las logias azules: Aprendiz, Compañero y Maestro.

De igual forma, son tres las preguntas que el aspirante debe contestar al firmar el testamento en el gabinete de reflexión, son también Tres golpes en la puerta del Templo, el primer golpe simboliza el llamad y la puerta se abrirá, el segundo golpe simboliza el pedid y la luz se os concederá y el tercer golpe corresponde al buscad y la verdad encontrarás; Tres son los viajes de la iniciación donde superamos los obstáculos guiados por el Hermano Experto para llegar a el descubrimiento de la luz dentro del Templo y Tres los pasos de la marcha para comprometernos con la logia, el primer paso de la marcha del aprendiz simboliza la infancia, el segundo la juventud y el tercero la madurez; ellos también pueden significar Nacimiento, Vida y Muerte.

Un significado fundamental del Tres, en relación con el grado de Aprendiz, es que esa es su edad, haciendo presente las condiciones propias en la adquisición del conocimiento para asumir un mayor compromiso, como es llegar al grado de compañero; esta edad nos recuerda la Unión, la Fraternidad y la Armonía.

El simbolismo del Tres es el soporte de toda la Orden Masónica, a tal punto que ella se rige por Tres escalones para subir a Oriente y al igual que las Tres Columnas que sostienen y gobiernan la logia, representan tres profundas palabras: Fuerza, Belleza y Sabiduría, ellas son las cualidades que debe desarrollar un masón para lograr pulir su piedra y llegar al perfeccionamiento espiritual.

El Ara sobre la cual se realiza la promesa masónica del aprendiz tiene Tres lados, acompañada de las Tres Grandes Luces Emblemáticas: La Constitución, La Escuadra y El Compás; Tres series de tres golpes y tres palabras que componen los principios fundamentales de la masonería conforman la batería y aclamación: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Los Masones se reconocen por tres elementos: Signos, Palabras y Toques, el Aprendiz debe trabajar con Tres herramientas fundamentales en su construcción interna como Masón, ellas son el Martillo que simboliza la fuerza, el Cincel que simboliza la inteligencia y la Regla de 24 pulgadas que simboliza el camino recto del deber. Su trabajo es dirigido por Tres dignatarios: El Venerable Maestro, El Primer Vigilante y El Segundo Vigilante.

El verdadero Mazón es el que encuentra el equilibrio cuya armonía se verá representada por Tres aspectos: Sabiduría, Voluntad e Inteligencia y la coherencia en la interrelación de El Pensar, El Sentir y El Actuar, Tres elementos que lo llevan a cultivar y practicar tres de los valores que a mi entender son muy importantes y necesarios en el comportamiento del individuo en la sociedad contemporánea: Honestidad, Honradez y Honorabilidad.

El silencio

El primer período de la vida masónica está marcado con el silencio como medio para lograr una atmósfera de trabajo adecuada y una herramienta eficaz para el desarrollo intelectual y cultivo de la mente, es útil como un inductor hacia la calma interna que se requiere para contrarrestar la ansiedad y la prisa impuesta desde las tentaciones del mundo profano.

En la literatura masónica se ha dicho mucho sobre el Silencio del Aprendiz, hay autores que enfocan sus reflexiones sobre el silencio entendiéndolo como una dualidad complementaria entre el silencio para escucharse a sí mismo, pues los ruidos del mundo profano nos dispersan y nos apegan a lo superficial sin que podamos lograr profundizar en los conocimientos ni en la observancia de la naturaleza y el silencio para escuchar al otro, puesto que al no participar con su palabra pronunciada en Logia, el Aprendiz se centra y se concentra en la escucha, de este modo, las palabras de los Maestros no se pierden, sino que son acogidas, mientras sus Hermanas y Hermanos hablan, los Aprendices participan en el diálogo del Taller por medio de su silencio, fértil y activo, que toma nota, que piensa y da fruto. El silencio se nos puede presentar dualmente entre un silencio pasivo y un silencio activo. El silencio practicado con una actitud iniciática se eleva al rango de virtud, pues gracias a él es posible aprender a ser prudente, diligente, moderado y discreto, observar constructivamente las faltas y ser indulgente con las fallas y aprovechar los aciertos de los demás para bien propio y colectivo.

Los Tres Silencios

En mi incipiente proceso de formación masónica una de las reflexiones que me he hecho se relaciona con la satisfacción que he sentido al practicar el silencio como una herramienta que me permite dar las primeras puntadas de cincel con que comencé a esculpir la primera piedra que conformará mi templo en construcción, dicha reflexión me llevó a sintetizar el silencio masónico en tres tipologías a saber: Silencio para Escuchar, Silencio para Reflexionar y el Silencio del Sabio.

 

Silencio para Escuchar 

Es el silencio característico del Aprendiz masón que como la naturaleza de los niños en sus primeras etapas de desarrollo no pueden hablar, solo escuchan, ven y aprenden y es en esa etapa del aprendizaje donde más y profundo conocimiento se adquiere, conocimiento que será la base y columna vertebral en el proceso de formación del ser.

Aunque en la literatura masona la mayoría de los autores teorizan el silencio para escuchar en dos dimensiones -silencio para escucharse uno mismo y silencio para escuchar al otro- en mis reflexiones, el silencio para escuchar solo hace referencia al silencio para escuchar al otro y aprender de él. Es tal vez el silencio más fácil de dominar y practicar puesto que como lo mencioné anteriormente la capacidad de escuchar, ver y aprender viene inmersa en la genética humana y es el primer silencio que practica el ser humano en sus primeras etapas de desarrollo.

El silencio solicitado al inicio de toda tenida permite nuestra unión mística y la posibilidad de enlazar las mejores energías que deben ser utilizadas en nuestros trabajos. El estar en silencio al abrirse los trabajos, nos está aislando de preocupaciones externas y establece en nuestra mente las condiciones del silencio interior, tan necesarias para absorber las enseñanzas de la Orden. El silencio nos permitirá desarrollar con mayor claridad las ideas y los conceptos que exponemos en las tenidas.

La palabra y el silencio, como en la música, deben ser usados con orden, ritmo y armonía. Cuando un Hermano hace uso del verbo, los demás Hermanos deben escuchar en silencio, con atención y actitud respetuosa, receptiva y fraternal; lo que ayuda también a preparar una recreación ordenada y consciente.

Cuando el aprendiz logra dominar el silencio para escuchar al otro, estará listo para ascender al grado de compañero.

Silencio para Reflexionar 

A mi entender, el silencio para reflexionar equivale al silencio para escucharse uno mismo, la reflexión permite conectarse con el interior y con la naturaleza, dominar este silencio requiere una preparación mas profunda y compleja, los ruidos profanos distraen al individuo y a sus energías, haciendo que viva anclado en la superficie, sin profundizar. Aprendiendo a escucharse, el masón descubre, en medio del silencio, la maravilla de un sinfín de posibilidades de realización personal y percibe así su propio silencio como elixir de una palabra –la suya propia- que ha de nacer y ser articulada, proferida, dicha; cuando por fin hable, no se dispersará sino dirá palabras con sentido.

En el rito de iniciación, el silencio resulta clave, desde que somos vendados y llevados al cuarto de reflexión se nos enseña que sólo a través de la contemplación se puede acceder a las primeras verdades que es necesario desentrañar poco a poco y a través del crecimiento interior. La Ley Iniciática del Silencio comienza cuando siendo profanos entramos a la Cámara de la Reflexión, donde permanecer solos, rodeados de símbolos, frases y palabras se nos estimula a penetrar en nuestro interior.

A pesar de que en el rito de iniciación se nos enseña este silencio, aprenderlo, dominarlo y practicarlo requiere un arduo trabajo que intuyo se realiza y profundiza más allá del grado de aprendiz motivo por el cual podría decirse que el silencio para reflexionar es tal vez una característica del grado de compañero.

Silencio del Sabio 

Es el más complejo de los silencios, Sócrates, decía que la elocuencia es, muchas veces, una manera de exaltar falsamente lo que es pequeño y disminuir lo que, de hecho, es grande; la palabra puede ser mal usada, enmascarada y emplearse para el disimulo, es por eso que los sabios siempre han enseñado que sólo debemos hablar “cuando nuestras palabras sean más valiosas que nuestro silencio”, la razón es simple: nuestras palabras tienen poder para construir o para destruir; estas pueden generar paz, concordia, comodidad, consuelo, pero también pueden generar odio, resentimiento, angustia, tristeza y mucho más.

El silencio del sabio es una herramienta letal para desarmar al que ofende, es valioso, y cuando estamos en una situación difícil necesitamos escuchar más que hablar, pensar más que actuar, meditar más que correr, tanto la palabra como el silencio revelan nuestro ser, nuestra alma, aquello que está dentro de nosotros, la sabiduría de aprender a callar para no encender una hoguera a nivel emocional implica aprender a controlar el orgullo, el silencio del sabio es una buena respuesta cuando otra persona tiene razón en lo que te ha dicho y te ha dado una lección, el silencio del sabio muestra que te has tomado tu tiempo para reflexionar sobre ese asunto, el silencio del sabio es la mejor respuesta cuando no quieres entrar en el juego de personas curiosas que quieren saber más de lo debido sobre ti.

Aprender, practicar y dominar el silencio del sabio requiere madurez emocional, desarrollo de la percepción, la sagacidad y la inteligencia, así como la práctica de la tolerancia, el respeto y la empatía; todas ellas virtudes que se logran alcanzar cuando pulimos cada una de las piedras que utilizamos para construir nuestro templo.

El silencio del sabio es así pues el silencio del Maestro.

Es mi palabra.

Apr:. Hugo Javier Bustos Q.

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