Serenidad

Oración de la Serenidad

Posted on Posted in Entradas

“Dios, concédeme Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; Fortaleza para cambiar aquellas que puedo; y Sabiduría para reconocer su diferencia.”

Esta oración, que puede ser familiar para algunos de ustedes, se llama la oración de la Serenidad, popularizada por el Grupo A.A. -Alcohólicos Anónimos-, organización que se supone, tuvo sus inicios desde la masonería por influencias incluso del mismo Carl Jung quien siempre estuvo relacionado con la misma dado que su abuelo también era masón, alcanzando los dos el grado de Maestros. La fuerte influencia de la masonería en AA, se evidencia en toda la literatura de la organización y de su método. Por ejemplo,  el número de palabras que componen la oración de la Serenidad son 24, al igual que la regla de 24 pulgadas y que las 24 horas que el alcohólico se propone dejar de tomar al despertar; suman también 24 los 12 pasos y las 12 tradiciones de AA.

Pero dejo rápidamente este tema, no es mi intención dar una catedra sobre AA, mejor vuelvo la oración de la Serenidad, porque personalmente considero que en ella se hace una verdadera reflexión sobre el tiempo; sobre lo hecho y lo por hacer. El tiempo que nos consume, también nos transforma, “Nadie se baña dos veces en el mismo río” proclamaba Heráclito, nada ni nadie permanece estático en el mundo. Somos tiempo, y con él fluimos, y en ese transcurrir del tiempo en el mundo, y de nosotros en el tiempo, evidenciamos nuestros cambios, muchos de ellos en la dirección correcta, otros no tanto; como sabemos, nuestra vida cambia en cada paso y un mal paso, nos puede desviar el camino y cambiar la vida. Y aunque nuestros pasos no siempre van al mismo ritmo, y en la marcha nos podemos desviar, siempre es necesario, como si bailáramos vals, marcar el compás y volver a un  punto central, al justo medio o a la prudencia de Aristóteles.

Hoy es un día especial, celebramos el cumpleaños de las RResp:. LLog:. 1820 Sol de Colombia y 1981 El Dorado, Logias que se han mantenido en el tiempo con arduo trabajo y constancia. Para el caso particular en la Logia El Dorado, la cual me dio luz como triangulo, y luego vi nacer como Logia, esta celebración se enaltece al ver como grandes personas dan pasos valiosos en esta senda. Por ello, debo dar un cordial saludo a Nuestra QHna:. Jes:.  quien inicia su camino masónico; un camino largo y trascendental, que seguramente le cambiara la vida y la forma de habitar en ella. A la QHna:. debo decirle que la estábamos esperando hace algún tiempo, que llega un poco tarde, pero que no importa porque llega con su hijo recién nacido alimentando el grupo de luvetones, es decir, un sobrino para todos nosotros, lo cual me alegra enormemente. A la QHna:. Ter:., quien hoy tuvo su exaltación, también le extiendo mis más sinceras felicitaciones, es una prueba de que la constancia lleva sus frutos, y que mantener el ritmo en el andar, disminuye el riesgo de cambiar de ruta.

De regreso a mi reflexión sobre la oración de la Serenidad debo hacer una digresión mayor. La oración comienza diciendo, “Dios, concédeme Serenidad”; esta idea puede no ser la más apropiada cuando hablamos en una organización laica como lo es la OMMI  ” EL DERECHO HUMANO”, como sabemos, acá son respetadas las creencias de cada persona. Muchos pensaran en Dios como el Gran Arquitecto del Universo, otros como la energía que da vida, o como la micro partícula generadora del “Big-Ban”, finalmente es Dios expresado en cualquiera de sus formas. Pero yo prefiero entregar esa voluntad divina a cada uno de nosotros, y decir, por ejemplo, Emma, concédete Serenidad  para aceptar las cosas que no puedes cambiar; fortaleza para cambiar aquellas que puedes; y Sabiduría para reconocer su diferencia, de esta manera, nos entregamos a nuestra propia voluntad y con ello a la autonomía, alejándonos un poco de lo que en el sentido castoridiano se conoce como la heteronomía religiosa.

Para terminar, reitero lo dicho, la oración está compuesta por 24 palabras, 24 horas del día, 24 pulgadas. Cada hora es un momento para introyectar la oración; cada hora es un espacio de reflexión en busca del cambio posible y del olvido necesario. Ahora, como de costumbre, me despido con un pasaje Borgeano.

 

“Mirar el río hecho de tiempo y agua

y recordar que el tiempo es otro río,

saber que nos perdemos como el río

y que los rostros pasan como el agua”.

Jorge Luis Borges.

 

 

 

Emma Avila Garavito Serenidad Interno

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *