MARIA DERESMES – GEORGE MARTIN
ACTIVISTAS POR LOS DERECHOS DE LA MUJER
FRANCIA 1948
Le Droit Humain – El Derecho Humano
En Francia, tras la revolución de 1848 y la instauración de su Segunda República, florecieron movimientos a favor de la emancipación de la mujer. Uno de estos movimientos, la “Sociedad para la reivindicación de los derechos de la mujer”, fue impulsado por María Deraismes. Esta mujer de letras, nacida en 1828, creció en el seno de una familia acomodada y cultivada. Su padre era comisionado en mercancías y su madre era la sobrina y heredera del óptico Soleil.
Siete años menor que su hermana Anna, María encontró en ella amistad y un apoyo para su formación. Impregnada de las bellas artes en general y de Voltaire en particular, María, espíritu hambriento de cultura, recibió una educación amplía y abierta gracias a su padre. Fue además una mujer de mundo, estudiando piano y tomando clases de pintura con Léon Cogniet.
Vivió sola en París tras la boda de su hermana y la muerte de sus padres, en 1852 y 1861. Su salón era el lugar de las citas literarias y artísticas de los republicanos, es decir de la oposición radical, entre los cuales se encontraban numerosos masones. En 1865, Anna, viuda y sin hijos, se une a María en París. A partir de aquel año, María Deraismes empieza a escribir en los periódicos Le Grand Journal, L’Epoque o Le Nain Jaune, y seguramente en otros más. Sus artículos, muy polémicos, se basan sobre todo, en la emancipación de la mujer y sus derechos.
En 1866, la Iglesia y en particular el predicador de Notre-Dame, el padre Hyacinthe Loison, arremete con frecuencia contra la Masonería. El Gran Oriente de Francia decide responder a esta campaña, organizando una serie de conferencias públicas sobre temas filosóficos. María Deraismes es llamada por Jules Labbé, André Guéroult y Léon Richer. Aunque no se sentía muy segura, al final acepta hablar en público, sin duda espoleada por un artículo contra la mujer de Barbey d’Aurevilly, “Les bas bleus”, escrito en Le Nain Jaune[6]. Su primera conferencia se centra en La Moral, dice:
“La Moral es la aplicación de los axiomas de justicia, de belleza y de bien en la vida cotidiana… A los ojos del mundo, la virtud es considerada como una abstención, una sumisión, una subordinación a un veto superior. Para inventar, dominar, hay que ser fuerte; para abstenerse, obedecer, someterse, basta con ser débil… ¿La virtud no es pues más que un signo de esclavitud?…” A partir de este momento se vuelve una oradora de prestigio. Sus intervenciones tienen mucho éxito, ya que abarcan tanto temas filosóficos como sociales. Los títulos de las conferencias son reveladores: El Placer, La Polémica, La Vida privada, La Educación, La Influencia de la Novela… En ellas presenta a una sociedad dividida en corrompidos y corruptores.
Sin embargo, no abandona la prensa escrita: publica sus conferencias y colabora desde sus inicios con la revista de Léon Richer“El Derecho de las Mujeres”, creada en 1866, y que será dos años después “El Futuro de las Mujeres”. Se atacó a esta revista desde todos los ámbitos pero ello no impidió, un año más tarde, la creación de la asociación “El Derecho de la Mujer”. Las hermanas Deraismes fueron muy activas y recibieron en sus salones a numerosos miembros de logias entre los que figuraba, claro está, Léon Richer.
También participaron seguramente en la redacción del diario, de ideología masónica y republicana, “La Liberté”, de Emile Girardin.
Los sombríos años 1870-71 que empezaron con la guerra Franco-Prusiana, acabaron con el horror de la Comuna y el juicio de las “pétroleuses”, como Louise Michel y Andrée Léo-Champeix.
Los masones se manifestaron y apoyaron el movimiento. Lissagaray, en su obra sobre la Historia de la Comuna, dice:
“… A pesar de algunos masones, que habían protestado con pancartas, a las diez, 6.000 hermanos, representantes de 55 logias, estaban delante del “Carrousel”…”
Los ataques a los derechos de la Mujer no podían dejar indiferente a María Deraismes, recluida durante varios años, alejada de la vida pública por razones de salud (un enfisema). Su pluma acerada arremete en un violento requisitorio ante lo absurdo del antifeminismo de los procesos judiciales:
“El Señor Capitán Jouenneel del ministerio público parece extrañarse de que ambos sexos sean capaces de cometer los mismos excesos, si la ocasión lo requiere. Se olvida de que el hombre y la mujer forman parte del mismo género humano, de que están compuestos de los mismos elementos, moldeados del mismo barro; que tanto uno como otro están sujetos a las mismas virtudes y los mismos vicios, a las mismas debilidades, a los mismos errores…
Cualquier movimiento de emancipación y de libertad debe, a la larga, repercutir en la mujer. ¿No es ella la víctima más antigua de una opresión existente desde nuestros orígenes?”.
Reclama los derechos políticos y civiles de la mujer; hace campaña a favor de la escuela laica, la única que permite a las niñas llegar a ser libres e independientes.
María Deraismes se suscribe en 1874 a la “Libre Pensée” y crea la sección de Seine-et-Oise. Sus estudios de los textos bíblicos, de las religiones orientales, de los Sabios de la Antigüedad (sabía latín y griego) y la influencia laica y social de Alexandre Weill la alejan más si cabe de la cultura católica tibia de su familia. Para comprender su espíritu laico basta con leer unos extractos de estos artículos, escritos en 1874 en “France et Progrès”:
“El ejercicio del poder es tan dulce que el mayor temor de los que lo ejercitan es perderlo. Es la razón por la que todos los príncipes, desde el primero hasta el último, recurrieron a las religiones para que les ayudaran… Los que ocupaban lo más alto del escalafón les decían a los de abajo que se quejaban: “Habéis nacido para la esclavitud y la miseria. Dios nos ha elegido como jefes… Es a Dios a quien debemos dar cuenta de nuestra conducta…” Aunque se le enseñara al individuo que la vida es despreciable, seguiría dándosele gran valor. Aunque no se dejó de repetirle que el amor no es más que un engaño, el placer una ilusión, la gloria humo, su deseo de gozar de estos bienes no dejaría de estar vivo. Aunque se le dijera que la pobreza es preferible a la riqueza y a la felicidad, que la razón es débil, decepcionante, que sus facultades, por más brillantes que sean, son más peligrosas que ventajosas, que cuanto más sencillo e ignorante se es más grande se es a los ojos de Dios, el hombre se preocuparía de desarrollar su inteligencia y ampliar sus conocimientos. En cualquier época, el conflicto político y el conflicto religioso esconden siempre el conflicto social.”
En el plano social empezaron a cosechar sus primeros éxitos en el ámbito de la protección de las mujeres y de los niños, gracias a la colaboración de un médico, consejero municipal de París: Georges Martin.
Este hombre nació en 1844 en París, de padre farmacéutico. Educado en un colegio jesuita, demostró tener un carácter vivo y voluntarioso mal visto por sus educadores. Su padre le echó de casa, tras su fracaso en la selectividad en la rama de ciencias, aunque aprobó, en el mismo momento, en la rama de letras. En vista de las circunstancias, se enrola en las filas de Garibaldi como enfermero de una ambulancia, luego vuelve a Francia en 1867 y se convierte en médico.
Durante la guerra Franco-Prusiana de 1870, demuestra valor y abnegación. Restaurada la paz, Georges Martin alcanza popularidad en París gracias a su altruismo hacia sus pacientes más desfavorecidos; son éstos los que le incitan a presentarse como candidato a las elecciones municipales de 1874. Es elegido consejero municipal con amplía mayoría, pero su adversario, Mr Paynal, apela y gana, pero tras un recurso de Georges Martin, se invalidan las elecciones: su victoria ya es un hecho.
En 1876, triunfa la III República, a pesar de la prohibición de reuniones públicas electorales, y la designación de los candidatos oficiales.
Las hermanas Deraismes son ya figuras reconocidas de los movimientos republicanos, que organizan reuniones privadas en su residencia, cerca de Pontoise, para apoyar a los 363 candidatos opositores.
Con el nuevo régimen republicano e impulsado por Paul Bert, el acceso a los institutos y luego a la enseñanza superior ya es posible para las mujeres, pero los derechos civiles, políticos y profesionales aún no les son reconocidos.
María Deraismes sigue luchando para la emancipación femenina; organiza conferencias sobre Los Derechos del Niño, La Escuela Laica, El Arte y la Democracia, Las Mujeres y el Progreso, Clero y Patriotismo…
En 1878, en la conmemoración del centenario de la muerte de Voltaire se comprometió al oponer clericalismo y democracia. En 1879, presidió el primer Congreso internacional para los derechos de la mujer.
El Doctor Georges Martin acababa de entrar en la masonería, en una Obediencia, La Gran Logia Central[15], nacida de La Gran Logia de Clermont. Dedica mucho tiempo a las cuestiones de la Asistencia Pública, a los problemas de la infancia y en 1880, deja de ejercer la medicina activa para dedicarse a su actividad política.
La notoriedad de María Deraismes es tal que sustituye a menudo a Victor Schoelcher en la presidencia del Congreso anticlerical, donde dice:
“El Congreso emite el deseo de que los hombres y sobre todo, los librepensadores, hagan que sus mujeres sean sus compañeras en las reuniones, círculos y comicios, y trabajen para que se les reconozca legalmente como sus iguales”.
Le piden que sea candidata a las elecciones legislativas de 1881, pero no acepta y prefiere, impulsada por sus amigos masones, pedir su adhesión a la Masonería. La revolución, que ya se incubaba en las logias masónicas, aflora. Ya desde hacía unos treinta años Léon Richer intentaba que se admitiese a las mujeres en las logias del Gran Oriente. Georges Martin, aún joven masón, comparte totalmente esta convicción. Léon Richer decía en 1875:
“Hemos vivido separados demasiado tiempo. Tenemos que acercarnos, unirnos.
Pensar en común sería algo útil. Ganaríamos todos. No conozco nada más funesto, más perjudicial a los intereses de la humanidad, que el ostracismo que hasta ahora os invade”.
Frédéric Desmons, futuro Gran Maestre del Gran Oriente de Francia, formula en 1869 el deseo de admitir a las mujeres:
“Que en el futuro, se admita a las mujeres en el seno de los talleres y que puedan participar en los trabajos.”
Este deseo es rechazado por el Consejo de la Orden del Gran Oriente. En 1880, reprochando la omnipotencia de la jerarquía de su Obediencia, Georges Martin se suma a un grupo de hermanos de doce logias que se escinden y crea La Gran Logia Simbólica Escocesa. Las Obediencias reconocidas se niegan o aplazan la autorización para que las mujeres participen en los trabajos de las logias. Esto casi se consiguió en 1890, cuando se realiza la revisión de la Constitución del Gran Oriente de Francia. Numerosas logias proponen la admisión de las mujeres; sin embargo, en las votaciones no llegan a la mayoría.
Una logia de la nueva Obediencia, la Gran Logia Simbólica Escocesa, añade a su reglamento interior un artículo que prevé la participación femenina. La Obediencia encuentra este artículo inoportuno, la logia no hace caso, se declara independiente y decide iniciar el 14 de enero de 1882 a una mujer. Es así, como esta logia, Los Libre Pensadores de Pecq da los tres primeros grados en la misma ceremonia, a la hermana María Deraismes, abriendo una nueva era para la Masonería.
Todas las obediencias sin exclusión, condenan esta iniciación y los miembros de la logia iniciadora acaban por dividirse. No queriendo perjudicar a sus hermanos, María Deraismes se retira cinco meses después de su iniciación y la obtención de su maestría.
A pesar de todo, un extracto del discurso de María Deraismes durante su admisión nos indica:
“… En el tiempo en el que vivimos, cualquier manifestación de derecho deriva del derecho reconocido, proclamado por la Revolución francesa, como base de una sociedad libre. Es la razón por la que la obtención de grados universitarios por parte de las mujeres, su acceso a carreras que hasta ahora les había estado prohibido, es una adhesión pública a la equivalencia de ambos sexos. Ya no es una excepción que se tolera, es la regla en sí la que se acomete, es el Código al que concierne…”
María Deraismes vuelve a sus actividades políticas y sociales. La ley Naquet se vota en 1884, los derechos de protección en el trabajo y, en particular la prohibición del trabajo nocturno, se aprueban en 1892. El salón de María Deraismes es frecuentado más que nunca por los masones.
Georges Martin permanece inmutable en su voluntad de que se inicie a las mujeres. Es elegido Presidente del Consejo General de “la Seine” y luego Senador en 1885. Participa en la elaboración de la ley sobre los accidentes laborales, la asistencia médica a los ancianos y en los medios rurales. Conoce a Irma Marie Eugénie Lainé, nacida en 1850 en el seno de una familia burguesa acomodada, ligada al ambiente militar. Casada con Emile Champion, el matrimonio se instala en París, ciudad en la que él fallece, a pesar de los cuidados del doctor Georges Martin. Unos años más tarde, en 1889, Georges Martin y Marie Champion unen sus destinos. Su boda no hace más que reforzar la determinación de Georges Martin a que las mujeres sean iniciadas en la masonería. Este pensamiento se encuentra reflejado en una de sus intervenciones, en 1905:
“Se constituye la masonería mixta para las parejas unidas, unidas no sólo desde el punto de vista material, sino también desde el punto de vista de la filosofía pura y que desean que sus hijos se críen en la misma armonía de sentimientos que les permita a su vez, cuando llegue el momento, formar parejas no menos armoniosas que las de sus padres, que los habrán formado para que vivan esta armonía familiar, base de la armonía social, tanto como lo permita la diversidad de las inteligencias. Constituir logias de mujeres, al lado de logias de hombres, es crear organismos que llevan a acentuar aun más la tendencia a la división entre ambos sexos, división que hay que atenuar, suprimir en la medida de lo posible
La meta de las Logias mixtas es la de acercar y defender a los dos seres humanos que tienen las mismas necesidades y los mismos intereses, tanto en la familia como en la sociedad.
De la unión total del hombre y de la mujer, en todas las áreas materiales y morales, de la que saldrá la sociedad ideal y por cuya organización tiene que trabajar la masonería mixta”.
En 1890, alcanza la Presidencia de una Logia de la Gran Logia Simbólica Escocesa, intenta convencer al mayor número posible de masones para que acepten una masonería femenina independiente y luego logias mixtas. las contestaciones de las instancias son demasiado evasivas y la idea de crear una nueva obediencia mixta germina con más precisión. El estado de salud de María Deraismes se agrava y precipita los acontecimientos, ya que se teme que se aleje la materialización de las palabras que pronunció en su discurso de iniciación:
“La mujer es una fuerza. La mitad de la humanidad si se confunde con la otra por caracteres generales y comunes, se distingue de ella por aptitudes especiales de una fuerza irresistible que constituyen una aportación especial, esencial e indispensable para la evolución integral de la humanidad… No sólo habrán adquirido un motor cuya puesta en marcha aún no se ha podido realizar en las condiciones óptimas para su naturaleza, y cuyo impulso ha sido fatalmente desviado de su verdadero fin, sino que accederéis a la vez a la joven generación desde sus inicios; en conclusión el niño, que recibe de su madre no sólo los primeros alimentos del cuerpo, sino también los del espíritu. A través de la madre, seréis dueños de la educación, la transformaréis en educación nacional, realmente colectiva y humanitaria… La masonería se convertirá en una escuela donde se formarán las conciencias, los caracteres y las voluntades; escuela en la que se convencerá uno de que la solidaridad no es sólo una palabra, una teoría fantasiosa, sino una realidad, es decir, una ley natural, irrefutable, según la cual cualquier individuo tiene tanto interés en cumplir con sus deberes como en ejercer sus derechos…Así es como se prepararán los materiales de una verdadera democracia”.
Las peticiones oficiales de la iniciación de las mujeres son rechazadas, Georges Martin quiere seguir fiel a su juramento pronunciado en una obediencia masculina, y le deja a María Deraismes la responsabilidad de constituir la nueva obediencia mixta.
En 1892, María Deraismes reúne en su domicilio a mujeres militantes de gran valor moral. El 14 de marzo de 1893, inicia a 17 mujeres en el domicilio de Marie Bequet de Vienne, fundadora de sociedades de beneficencia[19]. Entre estas 17 mujeres se encuentran las ya mencionadas, Marie Bequet, Clémence Royer, María Martin, directora del periódico “Journal des Femmes”, Anna Feresse‑Deraismes, hermana de María, Marie Pierre, médico, y Marie-Georges Martin, esposa de Georges Martin. El 1 de abril de 1893, habiendo alcanzado estas mujeres la maestría, María Deraismes afilia a Georges Martin creando así una logia mixta.
El 4 de abril del mismo año, se deposita en el Ministerio del Interior la carta magna de la Gran Logia Simbólica Escocesa, El Derecho Humano, Obediencia que quiere ser mixta e internacional según los deseos de su fundadora.