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TRABAJO DEL APRENDIZ: DEBERES Y DERECHOS

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Los símbolos que identifican una tenida en primer grado precisan el papel transformador del Aprendiz. Cada uno de ellos adquiere su significado en la medida en que se avanza en el proceso, se atiende la instrucción del S:. V:. se identifican, se asocian, se apropian y se interiorizan. En este trasegar encontramos varias de las tareas que debe desarrollar un Aprendiz y a su tiempo, los Deberes y Derechos que, en la disciplina de la Masonería, son de obligatorio cumplimiento so pena de ser sancionados o castigados tal como se establece en la Ceremonia de Iniciación.
El trabajo del Aprendiz tiene un comienzo pero no un final. La perfección es una tarea permanente del Masón, independientemente del Grado alcanzado, hasta lograr el dominio de sus pasiones, instintos y vicios para dejar que brillen las virtudes que deben revertir un verdadero masón.
La tarea del Aprendiz es pulir la piedra bruta, desbastarla para limar sus asperezas e ir perfeccionando todas sus aristas. Para alcanzar dicho objetivo, el Aprendiz se vale de tres herramientas, el martillo, el cincel y la escuadra. El primero y de manera simbólica, representa la fuerza, que a su vez se traduce en la fuerza de la voluntad que busca dejar de lado las cosas exteriores y superficiales para darle paso a pensamientos, sentimientos y experiencias cada vez más espirituales. La Voluntad aquí impresa no es cualquier voluntad, asociada como está a uno de los principios masónicos, la libertad, no implica en si misma hacer su voluntad sino aquella que va en busca del bien, del servicio a otros, resultado del discernimiento para manifestarse positivamente de acuerdo con la Unidad de todo lo existente. Fuerza y voluntad en sí mismas no tendrían ningún efecto sobre la piedra si no existe a su vez una idea de lo que se quiere lograr. Ese ideal representado por el cincel, es la inteligencia aplicada con imaginación y sentido para orientar el trabajo del humilde obrero. La escuadra es, de manera simbólica el instrumento mediante el cual se representa la facultad del juicio para determinar y comprobar la rectitud o falta de la misma  en nuestros pasos y si el ideal que nos hemos propuesto es el correcto o si debe ser redireccionado o corregido.  La escuadra es a su vez, la medida de nuestros actos, el discernimiento, la rectitud y la verdad hacia la construcción del templo espiritual que queremos erigir.
En este trabajo de desbastar la piedra, se reconocen varios deberes.
La humildad: El Aprendiz debe reconocerse a sí mismo como un ser perfectible e inacabado por lo cual deberá aplicar la voluntad, la inteligencia y el juicio para acercarse cada vez más a un estado de perfección que sólo es posible en la medida en que reconozca que hay un potencial interior latente, que debe manifestarse en la armonización de su papel transformador con en el Universo,  en la perfección de su espíritu y en el servicio de los otros.
El trabajo, la búsqueda incesante. El Aprendiz debe trabajar con esmero, paciencia, inteligencia, comprensión e interpretación de signos y símbolos para hacerse cada vez digno de la investidura del masón, alcanzar la iluminación y perfeccionar su inteligencia.
El Silencio. El Aprendiz debe aprender a callar, a guardar silencio, a hacer su trabajo discretamente, a no entrar en conflicto, a no discutir y a evitar las alteraciones de su ánimo, a no proferir palabras gravosas así como a mantener la honra de sus hermanos.
El silencio como deber está contenido en el Juramento, en la Palabra Sagrada y en los toques. El Juramento compromete al Aprendiz a guardar silencio sobre lo que ha visto y escuchado en la Ceremonia de Iniciación. La Palabra Sagrada, transmitida al oído, una vez reconocida y entendida es la base de la libertad e independencia, reconociendo dónde se halla la Fuerza y el Poder verdadero y restándole toda la importancia a las cosas materiales y los caprichos de los hombres, venciendo temores adoptados ficticiamente por las jerarquías o poderes sociales y dando en su lugar un trato basado en la igualdad sin arrogancia ni orgullo. La Palabra Sagrada no debe ser puesta en boca de profanos, es menester de los Aprendices alcanzar su comprensión, adoptar su significado y guardar el secreto que le ha sido encomendado.
En los toques es el silencio el que habla, el que pone de presente que hay que buscar la Verdad para encontrarla, hay que pedir la Luz para recibirla y hay que llamar a las puertas del Templo para que éstas se abran. Es también el reconocimiento de que existe algo más allá de la apariencia, que debajo de la piel de cada ser está la esencia que nos une y que la discreción y el control de la palabra no permitirá la ofensa de los otros.
La Obediencia. El Aprendiz debe reconocer el orden y las autoridades de la Logia, encontrar en sus jerarquías la orientación, el conocimiento, la organización y la sabiduría en la conducción de los trabajos masónicos para impregnarse de ellos y avanzar en las gradas que conducen al Templo. Mantener un respeto profundo por las Leyes y Autoridades que rigen la Orden Masónica y sin sometimientos ni humillaciones, mantener la calma ante las situaciones consideradas de injusticia, no entrar en rebeldías ni discusiones y en cambio sí, practicar la caridad, la cooperación y la fraternidad.
El autocontrol. El Aprendiz debe aprender a dominar sus pasiones, instintos y vicios, a pensar positivamente y a dirigir y controlar su voluntad hacia el camino del bien.
La práctica de la fraternidad y de la caridad: Solo en el reconocimiento de la hermandad en la búsqueda de la verdad, hará que el sentimiento masónico que nos caracteriza aflore. La fraternidad es evidente cuando entendemos que todos conformamos una sola unidad, indivisible en nuestro propósito como masones. La caridad, es causa y efecto de la hermandad y debe practicarse tanto al interior de las Logias con los que reconocemos como nuestros hermanos, sino que también ésta debe trascender las barreras físicas para sentarse y practicarse con la humanidad.
Asociados a los deberes, se identifican algunos derechos de los Aprendices:
Derecho a la instrucción, a recibir la Luz que guíe su camino, proveniente en primer lugar del Segundo Vigilante por la dignidad que representa y los deberes que le son asignados; en segundo lugar por el V:. M:., quien orienta los trabajos de la Logia y se constituye en su Luz y en tercer lugar por los HH:. Y HHNAS:. Que completan el cuadro Logial, quienes son soporte y Luz desde sus dignidades y oficios.
La Libertad de expresión se constituye en otro derecho, si bien no es  través del uso de la palabra hablada si a través de la escrita, donde el Aprendiz manifiesta su comprensión de la Logia y de la Masonería y su interpretación de los signos y símbolos que debe corresponder con la interpretación justa a la luz de la doctrina que nos orienta.
La asignación de un lugar dentro del Templo, sin esta participación no podría tener sentido el papel del aprendiz. Su posición de Aprendiz y la ubicación en el septentrión indican  la tenue luz que le cobija y cuyo esplendor solo puede ser alcanzado en la medida en que sus deberes sean cumplidos en el tiempo asignado para ellos y con la edad requerida.
Derecho a recibir un trato entre iguales, aún reconociendo las jerarquías y el orden de la Logia, el Aprendiz es reconocido como un Hermano desde el momento de su Iniciación y como tal es su trato. La Igualdad se da en la medida en que nos reconocemos como esa unidad indivisible que formamos todos al hacer parte de la masonería.
El trabajo del Aprendiz y sus Deberes, está revelado desde la Cámara de Reflexiones, pero solo adquiere significado cuando se avanza en el camino hacia la verdad, que encuentra en si mismo.
“VISITA INTERIORA TERRA RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM LAPIDEM”
ES MI PALABRA, V:.M:.
ELIZABETH TUBERQUIA VANEGAS

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